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viernes, 16 de diciembre de 2011

Khajuraho I

Llegamos a Khajuraho al mediodía.

Khajuraho es un pueblo a medio camino entre Varanasi y Agra, famoso por sus templos tallados con escenas eróticas. La dinastía Chandela construyó cerca de 85 templos entre los años 950 y 1050, de los cuales solo quedan 25, divididos básicamente en dos conjuntos, el oriental y el occidental (este último es por el que el pueblo es famoso). Pero esto nos ocuparía al día siguiente.

Nada más llegar al aeropuerto cogimos un taxi al pueblo. Es un trayecto de 5 km. por el que pagamos 150 Rs. De camino al hotel ya empezamos a percibir el ambiente un tanto agobiante que se respira allí, con mucho el sitio en el que más nos acosaron (y diría que no es un término exagerado) de todo nuestro viaje. Tuvimos la típica conversación con el taxista y su copiloto sobre nuestra estancia allí, sobre si nos gustaba el país... y sobre a dónde iríamos después. Y ahí empezó la presión, porque al decir que iríamos a Orchha se tiró medio viaje insistiéndonos una y otra vez para que fuéramos con él. Yo entiendo perfectamente que se intenten vender, al fin y al cabo viven de eso, pero de verdad que fue muuuy pesado. Total, que acabamos pidiéndole la tarjeta por si acaso y saliendo del taxi pitando para entrar en el hotel... y en esos pocos metros nos rodearon varios "cazaturistas" ofreciéndonos de todo, a los cuales no hicimos ni caso.

Habíamos reservado habitación en el hotel Zen, una habitación doble, grande y limpia por 650 Rs. El hotel en si no está mal. Tiene en su interior un jardincito "zen" un poco descuidado y está situado cerca del conjunto occidental de templos. Nada más llegar nos ofrecieron un té con limón cortesía de la casa y, como no podía ser menos en este pueblo, tras la conversación sobre nuestro viaje nos empezaron a organizar la estancia. Uno agradece el interés y que te comenten lo que puedes hacer, pero no que te empiecen a decir lo que tienes que hacer por la tarde, y al día siguiente mañana y tarde también... haciendo caso omiso a sus propuestas, le comentamos que en un par de días queríamos ir en coche a Orchha, y nos ofreció uno por 2.000 Rs., así que tomamos nota.

Ese día teníamos intención de acercarnos a las cataratas Raneh, situadas a unos 20 Km. de Khajuraho, una especie de parque natural en el que además puedes ver algún animal... incluso cocodrilos según la guía. Como no teníamos hambre, decidimos ir para allá, así que salimos a la calle en busca de un tuk tuk para ir hasta allí. Nada más salir, la avalancha de cazaturistas de rigor, ofreciéndote desde transporte hasta droga. Huimos despavoridos en busca del espacio vital perdido y del tuk tuk en cuestión, pero la verdad es que no sé por qué más de uno al que le preguntamos no quería llevarnos... Decían que no tenían agua, pero aun así a nosotros nos apetecía dar una vuelta por allí. Finalmente encontramos a uno dispuesto, un joven que resultó bastante majo, y se le veía un hombre serio. Eso si, me da la ligera impresión de que nos la metió un pelín doblada... 600 Rs. nada más y nada menos. Entre que no podíamos elegir mucho y que aun estábamos muy verdes, accedimos.


Tardamos un rato en llegar, ya que el tuk tuk si tiene alguna cualidad, no es la rapidez precisamente, pero fue un camino agradable. Era muy distinto al entorno de Varanasi, donde había mucha gente, muchos coches y mucho de todo. Este era un entorno mucho más rural, sin masificaciones y mucho más verde. Por fin llegamos al parque, donde hay que pagar entrada, además de unas pocas rupias más por el guía. Era cierto que no llevaban agua, aunque tampoco la esperábamos, pero la garganta excavada por el río era muy bonita, con agua en el fondo y escarpadas paredes que acababan en una gran llanura con algún árbol desperdigado. Según nos explicaron, en el monzón todo aquello se llena de agua e incluso muchas veces no se puede visitar el parque porque es peligroso. De hecho las últimas lluvias por lo visto se llevaron a una familia río abajo...


El guía era un hombre mayor muy simpático, la verdad, así que le dimos un propinilla tras recibir una sutil sugerencia por su parte (en eso no se cortan, por pedir que no quede).


Una vez visto esto, le preguntamos al conductor del tuk tuk que dónde era el lugar donde podría haber cocodrilos, y por lo visto para eso había que adentrarse bastante más en el parque por un camino muy malo... lo que traducido a rupias significaba un plus de 200... Así que nada, ya puestos pedimos que nos lo añadiera a la cuenta y pa'lante.


 El camino efectivamente era muy malo... de hecho en uno de los baches me pareció ver la suspensión del tuk tuk que se alejaba mientras nos decía "adiós", pero nos gustó mucho. Por el camino había muchos monos, ciervos y pavos reales en libertad. En un punto el conductor paró para enseñarnos un rinconcito con unas bonitas vistas.


Según nos dijo, eso solo se lo enseñaba a las buenas personas... ¡que menos, que con nosotros había hecho el día! Por fin llegamos al punto donde en teoría podría haber cocodrilos (y gaviales, unos parientes de los cocodrilos), aunque ya nos advirtieron de que había que tener suerte. Allí había un guarda y otro señor que no sabíamos quien era, suponemos que el barquero.


La verdad es que al principio fue un poco decepcionante, ya que nos dejaron unos prismáticos y ahí estuvimos un buen rato, intentando adivinar la forma de un cocodrilo desde lo alto... Yo lo que quería era bajar al lago y dar un paseo en barca (mi segundo nombre es Peligro...), hasta que por fin nos lo propuso el guía. Lo gracioso fue que nos lo propuso en plan secreto, nos dijo que un paseíto rápido sin que se enterase el guarda, que estaba prohibido... hombre, en la guía ponía bien claro que se podían dar paseos en barca (50 Rs. los indios, 100 Rs. los demás), e incluso por allí había un cartel al respecto, pero bueno, habría que seguirles la corriente. Tamara no estaba muy de acuerdo, ya que es un poco miedosa en lo que al agua se refiere, y más si puede haber monstruos-come-gente bajo la superficie, pero al final le convencí. Total... será por piernas... ¡si las tenemos repe!


Así que rápidamente estábamos a pie del lago, montándonos en una barca; y rápidamente estábamos bajándonos de la barca, porque el crucero no duró ni dos minutos... En fin, otras 100 Rs. Por supuesto la única vida animal subacuática que vimos fue la de algún pececillo despistado.

Ya era tarde, así que hicimos el camino de vuelta, que nos llevó cerca de una hora.

Ya de vuelta al hotel se había hecho de noche (y nosotros sin comer desde lo poco que comimos en el aeropuerto de Varanasi), así que tras una ducha medio fría, ya que el agua caliente no funcionaba bien, bajamos a cenar. El restaurante del hotel no lo recomiendo, comida más bien malilla y más caro que la media. Después de la cena ya apetecía descansar... había sido un día muy largo, que empezamos sobre el río Ganges. Además al día siguiente queríamos levantarnos un poco pronto para ver los templos.

Una vez en la habitación comprobamos que no éramos los únicos huéspedes... a pesar de que que había dejado la espiral antimosquitos encendida, los mosquitos no debían de saber que eso se suponía que les tenía que matar. Así que como no captaban la indirecta y había varios, colocamos como pudimos la mosquitera que llevábamos en nuestras mochilas, montando una especie de tienda de campaña que iba desde el cabecero de la cama hasta nuestros pies. Pero todavía nos faltaba por descubrir otro animalito que se había apuntado a la fiesta y que a Tamara no le despertaba mucha simpatía... un geco, salamanquesa o como queráis llamarlo. A mi no me desagradan, al fin y al cabo no dejan de ser unas lagartijas un poco gordas que comen insectos y que se asustan más que tú cuando las descubres. Y Tamara ya se podía ir acostumbrando, porque no sería la única que nos encontraríamos... o igual era la misma... en cualquier caso la puse un nombre. Se llamaría Cucudrulu.

Por fin los chupasangre, Cucudrulu, Tamara y yo nos fuimos a dormir... Pero no por mucho tiempo, ya que hacia la mitad de la noche llamaría a nuestra puerta una nueva compañera que nos acompañaría durante unos cuantos días. Yo no la quería abrir, pero debía de tener llave. Y es que cuando Doña Diarrea te visita, es difícil darle esquinazo.